
Diría que «cada vez está más de moda eso de tener un huerto,» pero lo cierto es que no es una moda. Forma parte de nuestra naturaleza humana desde que dejamos de ser cazadores-recolectores. Todo lo que somos como civilización está asociado a la agricultura. En realidad, lo único extraño es que en cierto momento nos alejáramos de tener nuestro pequeño huertito en el jardincito de atrás y lo hayamos reemplazado por comprar la fruta y la verdura en el supermercado. Por distintas razones (en su mayoría ecológicas y preocupadas de una alimentación más saludable) las personas ahora han vuelto a valorar esta humilde actividad y hoy en día podemos encontrar todo tipo de iniciativas para tener un pequeño cultivo en tu hogar o balcón.

Yo tengo la suerte de tener un patio muy grande. Cuando era pequeña teníamos todo tipo de cultivos y distintos tipos de aves: gallinas, gansos, pavos, codornices, pavos reales, faisanes, etc. (nunca nos comimos a las aves, pero sí los huevos, jeje…). Por diferentes motivos no seguimos con ello, pero ahora que estoy más grande he sentido la necesidad de volver a aquellos tiempos. Quizás se deba a que me gustaría darle a mi hijo eso que yo tuve en mi infancia (y de paso que no crea que los pollos vienen en bandejas de plumavit). Además, como muchos de ustedes ya sabrán, por mis creencias paganas siento que el trabajo con la tierra es esencial, te conecta con la naturaleza… Es así que desde algunos años me vengo esforzando (a veces con más o menos éxito) por tener mi humilde huertito.

¡Y es que yo no soy ninguna experta! De verdad, hay mucho que todavía tengo por aprender. Así que no me siento capacitada para hacer una clase de cómo llevar una huerta. En ese sentido hay expertos mucho mejores que yo. Lo que sí puedo hacer es una pequeña lista de algunas enseñanzas que el trabajar la tierra ha dejado para mí… Y es eso lo que el día de hoy quería compartir con ustedes. ¿Quién sabe? Quizás ustedes pudiesen agregar más a la lista…
- Trabajar la tierra te conecta con lo sagrado de la naturaleza: Bueno, es que esto no necesita más explicación. Estás pendiente, como nunca, de la época del año en la que estás, en los ciclos y procesos naturales. En cómo funcionan los ecosistemas. En cómo se produce y se reproduce la vida… Los ciclos solares y lunares. Qué planta sirve para qué, etc… Si es que está muy caluroso o si está muy lluvioso… Sea en lo que sea que creas, no puedes negar que la naturaleza tiene algo de mágico.
- Trabaja a largo plazo: Plantas la semilla hoy, pero aún falta mucho para cosechar el fruto. Deberán pasar muchas cosas… Debes tener paciencia. Un rabanito puede demorarse menos de dos meses en crecer. Pero hay quienes plantan olivos para que recién sus nietos puedan probar esas aceitunas. No todo debe ser un placer inmediato.
- Planta de más: Nunca sabes lo que puede suceder en el futuro. Plantas diez semillas y sólo brotaron 5. Un perro te arrancó otra. Un caracol se comió otra…¿Quién sabe? Es más fácil sacar lo que sobra que inventar lo que no existe.
- Todo tiene un propósito: En un ecosistema todo se mantiene en un delicado equilibrio y nada está ahí por accidente. Las hojas muertas se convierten en abono, Los insectos desagradables, oxigenan y brindan nutrientes al suelo. Tú no eres superior a otros. Aunque decides qué partes quitar y qué cosas dejar, lo cierto es que todo tiene una función y si rompes ese equilibrio después sufres las consecuencias.
- No hay nada tan malo que no tenga una utilidad: Siguiendo con lo anterior… Sí, incluso el excremento puede ser abono. Piénsalo también para otras situaciones de tu vida. Hasta de lo peor podemos sacar cosas buenas.
- No temas ensuciarte las manos: Es saludable salir de nuestra zona de comfort. Sí, dolerá la espalda. Te saldrán callos y ampollas en las manos. Terminarás toda cubierta de tierra. Te toparás con algún gusano o araña o caracol o babosa… Se te romperá alguna uña… Pero, ¿sabes qué? Valdrá la pena. Probarás un producto único, sabroso, sano y natural… Obtendrás lecciones importantes, aprenderás cosas que antes no sabías… Y te habrás dado cuenta de lo que eres capaz. Sí, sí podías.
- La mala hierba nunca muere: Pucha que cuesta sacar la maleza. Y no importa cuánto te esfuerces, volverá a aparecer. Será de nunca acabar. Pero, no te enojes con ella. Al fin y al cabo es otra planta más que, como cualquier otra, sólo intenta sobrevivir. ¿Qué nos hace tan diferentes? Aprendamos de la empatía. Sólo queda hacer lo que una tiene que hacer, las veces que sea necesario… Aprendamos de la resignación y el trabajo constante.
- Ningún día, sino hoy: Hay cosas que no puedes dejar para mañana… Si no regaste las plantas hoy, mañana estarán secas. Si no amarraste el tomate, para mañana ya se cayó. Si no tapaste los almácigos, la helada ya los quemó. Hay que ser responsables. La naturaleza no tiene la culpa de tu flojera.
- Carpe Diem: Aprovecha el día, vive el presente. Cada época tiene sus productos. Qué rico el verano cuando hace calorcito y se recolecta la fruta. Pero también es rico el invierno cuando la tierra descansa y aprovechas de podar las ramas. Todo tiene un momento y cada cual es maravilloso por sus propias razones.
- En verdad nada sabe como lo natural: Ningún producto congelado va a tener el mismo sabor, aroma o propiedades como aquello que plantaste tú.
- Valora el esfuerzo: Cuando sabes todo lo que hay detrás de un producto ya no lo vuelves a mirar con los mismos ojos. Tendemos a desperdiciar cuando no sabemos lo que cuesta algo. En cambio, cuando conoces el esfuerzo, entonces aprovechas hasta la última gota.
- Siempre se puede volver a empezar: Así que metiste las patas. ¿Mucha agua? ¿Poca agua? ¿Mucho sol? ¿Suelo demasiado arcilloso? ¿No creció nada? ¿Se te murió? No importa, siempre puedes volver a plantar y hacerlo mejor la próxima vez. (Pero intenta recordar las enseñanzas para no equivocarte de nuevo en lo mismo).
- Aprende a observar: ¿Cómo diferencias una Menta de una Melisa? Fíjate bien, las hojas no son iguales. ¿El Cilantro y el Perejil? Sucede lo mismo. ¿Cuándo está madura la palta? ¿Cómo sé si mi planta está enferma? Cuidar algo implica conocer, para conocer hay que observar. Cuando un niño llora, nosotros no tenemos idea de qué le pasa. Pero su madre, que le conoce bien, sabrá exactamente si está pidiendo comida o un cambio de pañal. Nosotros andamos por el mundo sin prestarle demasiada atención. Pero cuando decidimos observar, empezamos a conocer. ¡Y vaya sí que hay mucho por descubrir!
- Parte de a poco: Es fácil entusiasmarse y pensar que tendrás de inmediato una despensa llena. No. Yo partí con algo simple y manejable: hierbas aromáticas para la cocina. Recién ahí me extendí a las verduras. Ahora también incorporé flores de bulbos que tanto me gustan. Pero todavía no llego a los árboles frutales. Parte por cosas sencillas y cuando las domines recién avanzas al siguiente nivel.
- Es bueno desconectarse: La vida cotidiana está repleta de desafíos y exigencias. Es bueno tener un momento para tí. Una actividad y un tiempo que sea tuyo. Desconéctate un poco. Apaga la tele, el Celu, el compu. Siente los pajaritos, las abejas, las mariposas. Hay un mundo hermoso y está allá afuera.

Bueno, esto es lo que se me ocurre en el momento. De seguro después se me ocurrirán más cosas, pero no quiero hacer el post eterno. Cuéntenme ustedes, ¿qué tal sus experiencias?
