¿Qué es el color piel?

A propósito de la contingencia

Proyecto Humanae, trabajos de mis alumnos, distintos cursos.

Como parte de mi trabajo me toca participar en la Semana de la Educación Artística, una iniciativa a nivel nacional de la cual participan distintas instituciones. Recuerdo que hubo un año donde la temática fue justamente la diversidad. Revisando el material que el Ministerio de Educación proponía fue que me topé con este maravilloso proyecto: Humanae de la artista brasileña Angélica Dass. Su testimonio era muy potente. Con los niños, de distintos niveles, vimos el video de su charla TED en clases y luego realizamos un proyecto artístico: ¿Puedes crear tu color de piel a partir de temperas? Y luego pintaban su autorretrato con todo el fondo de ese color. En otros cursos hicimos también variaciones, recortaban un cuadrado de un par de centímetros de fotos de una revista y luego creaban un mosaico con varios de ellos. También intentaron dar con el color exacto de la piel de una foto de revista. Fue un trabajo muy bonito. Finalmente los expusimos en el colegio y se abrió un espacio para una serie de reflexiones muy enriquecedoras: ¿Qué es el color piel? ¿Existe? ¡Es tan variado! Son tantos los colores piel que al final la única conclusión posible es que somos todos diferentes y es en esa diversidad que nos enriquecemos. Todos tenemos algo que aportar. Si fuéramos todos iguales, sería no sólo aburrido, sino que seríamos como una mesa a la que le falta una pata: inestable y con riesgo de caer.

Durante mucho tiempo la gente ha sido discriminada por distintos factores: su color de piel, su género, su orientación sexual, sus discapacidades, su apariencia, su fé, su estatus social y así un largo etcétera. Y déjenme decirles algo, siempre esas discriminaciones se han tratado de poder, de inseguridades en quienes las profesan, en mentes limitadas y abusivas. Nunca han tenido argumentos válidos. Ni la biología, ni ninguna otra ciencia ha podido demostrar jamás que un humano sea mejor que otro a partir de un rasgo genérico. La única forma de medir a un individuo es por las acciones que comete, por su comportamiento ético, por sus virtudes o la falta de ellas y esto jamás ha podido ser generalizado a grupos.

Proyecto Humanae, trabajos de mis alumnos, distintos cursos.

Esta semana el mundo se ha vuelto a convulsionar por un acontecimiento brutal. La muerte de un afroamericano en manos de un policía que puso su rodilla en su cuello por más de nueve minutos. Estos no son hechos aislados. Y no crean que es sólo algo que sucede en países lejanos como Estados Unidos. La discriminación racial es real, aquí en Chile, en pleno siglo XXI, está sucediendo. Y no es sólo algo de blanco o negro. Que tengan que suceder estas atrocidades para que como sociedad despertemos y visualicemos algo que sucede todos los días… Porque sí, efectivamente todas las vidas importan, pero hoy tenemos que tomar consciencia de algo que se ha sistematizado, la violación de los derechos humanos de la gente que posee un tono de piel más oscura que otros. Reconocer, visualizar. Basta de normalización. Basta de bajarle el perfil o decir que «están mezclando las cosas, que eso no es por racismo.» Porque sí, efectivamente existe el racismo. Pero tampoco culpemos solamente a agentes externos. Cada uno de nosotros debe mirar en su interior y reconocer hasta qué punto hemos permitido que estas cosas sucedan. ¿Cuándtas veces alguien ha tirado un chiste y no le hemos frenado? ¿Cuántos se han reído de los inmigrantes provenientes de Haití vendiendo Superochos en las esquinas? Yo sé lo que se siente estar en un país diferente, donde no hablas la lengua, golpeando puertas para encontrar trabajo, donde todo tu currículum se deshace pues nadie te conoce. Y así y todo yo estuve en una situación sumamente privilegiada y jamás pasé las penurias por las que estas personas habrán tenido que pasar porque, además, hay quienes eligen pisotearlos en el suelo, haciéndoles vivir en condiciones miserables.

Cuántos me han alagado alguna vez por tener apellido alemán y no saben nada que mis ancestros llegaron aquí a trabajar en las minas de carbón. No eran nada gente rica. ¿Qué me hace tan diferente? Hoy les hacen monumentos a las colonias inglesas, alemanas, francesas… por todo el país. Pero se cierran a la idea de que nuestros vecinos emigren hacia nuestro territorio. Todos los países están constantemente en movimiento, se componen de migraciones. No existe «la raza pura.» Sáquense esas ideologías de la cabeza. Si alguien quiere venir a mi país por las razones correctas y está dispuesto a esforzarse por un futuro mejor para su familia, no tengo problema. Bienvenido sea, del color que sea. Eso no quita que debamos legislar correctamente para asegurarnos de que podamos darles una recepción como corresponda. Pero que no sea distinto de lo que cualquiera de nosotros querríamos para nosotros mismos.

Insisto, sólo se puede medir a alguien por lo que hay en su corazón. Sí, unámonos, alcémos la voz, no toleremos las injusticias, exijamos el respeto y las oportunidades que todos merecemos, pero también reflexionemos y tomemos consciencia: ¿Qué he hecho yo para hacer de este un lugar mejor? ¿Cuántos privilegios tengo y qué han significado para aquellos que no los poseen? ¿Qué puedo hacer para mejorar y reparar ese daño?

Les puedo asegurar que la gente no nace racista. Se vuelve racista a partir de su entorno. Sólo mediante la educación podremos cambiar esos paradigmas, educar en el respeto, la igualdad y la diversidad. Por mi experiencia les puedo contar que las futuras generaciones, mis alumnos, tienen eso clarísimo. Eso me da esperanzas de que vamos bien encaminados, pero aún queda mucho por hacer. Y debe comenzar hoy, por casa.

No podemos guardar silencio frente a las injusticias. Y si vieran el mundo desde otra perspectiva se darían cuenta de que existen infinitos colores y sólo mediante todos ellos es posible pintar el cuadro más bello que jamás podamos imaginar.

Les dejo la charla de Angélica Dass, muy recomendable.

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