«Gnóthi Seautón»

Conócete a tí mismo

Se suponía que esta era la frase que aparecía inscrita en el pronaos del Templo de Apolo en Delfos, ese mismo lugar en que las gentes acudían a escuchar las crípticas profecías de las Sibilas.

Sí, lo sé, puede sonar muy New Age, pachamámico y todo lo que quieran… ¡Pero pucha que es cierto! No es fácil, pero es esencial.

Al principio quería partir disculpándome por no haber escrito la semana pasada, pero es que no tuve tiempo/ánimo/energía. Este tiempo en cuarentena ha sido una montaña rusa de emociones. Me he dado cuenta de que he ido pasando por distintos períodos. He tenido mi semana de aseo, mi semana de cocina, mi semana de productividad, mi semana de ejercicio, mi semana de lectura y también… Mi semana de depresión, ansiedad y no tener ganas de nada. ¿Pero saben qué? Eso está bien. Lo primero que debemos hacer es reconocer eso y respetarlo. Es nuestra primera pandemia. Nadie nos ha enseñado a lidiar con esto. El primer paso es reconocer que podemos tener un sinfín de emociones y que eso está bien. Así que no me voy a disculpar por no haber escrito una semana simplemente porque no tenía ganas. No me debo a nadie. Este Blog no es un «trabajo.» Debe ser justamente algo que disfrute hacer.

Recuerdo que hace mucho tiempo atrás tuve una conversación con una amiga sobre el tema de la menstruación y comentábamos lo potente que era que como sociedad intentásemos constantemente «esconder» o «negar» esos días. En vez de reconocer que uno se siente «indispuesta» y reservarse para sí misma (como pasaba en algunas tribus que las mujeres dedicaban este tiempo para alejarse de sus labores cotidianas y compartir en una Carpa Roja), nosotras nos enfocábamos en comprar toallas, tampones y copas… En tomar medicamentos para contener el dolor y nos esforzábamos por aguantar esos retorcijones mientras manteníamos la sonrisa torcida frente al cliente, porque había que continuar trabajando. ¿En pro de qué? De la productividad…

Este es un tema tan vasto que no quisiera irme por las ramas, pero sí, el tema de la productividad abarca tantos factores… Desde lo económico, lo político, lo filosófico, etc. que podríamos estar hasta mañana hablando de por qué buscamos ser productivos hasta el punto que dejamos de escuchar a nuestro propio cuerpo, de negar nuestro propio yo, de insensibilizarnos frente a nosotros mismos. Nos han pintado todo un cuento de que si eres esforzado, productivo, finalmente verás el resultado y este será igual éxito. Mm… No sé, quizás este silogismo tiene demasiadas falencias y sería bueno replanteárselo. ¿Vale la pena el esfuerzo? ¿Por qué me estoy esforzando tanto? ¿Cuál es el sentido? ¿Estoy siendo realmente eficaz? E incluso si esto nos otorga resultados… ¿Es esto realmente el éxito? ¿Me acerca a la felicidad? ¿Qué entiendo por felicidad? Podríamos seguir así por mucho…

Es curioso como se van dando las cosas. A principio de año empecé a leer «La Magia del Orden» de Marie Kondo porque, ingenuamente, estaba preocupada de cómo ordenar mejor mis posesiones materiales (yo tengo un serio problema de ser acumuladora), y encontré que el libro era una maravilla. Realmente leer el libro fue mil veces mejor que la serie de Netflix, lo digo en serio. Si tienen ocasión, léanlo. Lo que más me gustó es que se alejaba del tema de la ropa y los objetos, para enfocarse en lo subyacente. ¿Por qué tenemos caos en nuestras vidas? Que finalmente eso es lo que se traspasa después a nuestros objetos. Hay temas emocionales de fondo. Necesitamos replantearnos cuál es nuestra relación con los objetos pero también cuáles son las motivaciones que nos guían en el día a día. ¿Cómo nos relacionamos con nuestros cercanos? ¿Qué cosas nos gustan hacer y cuáles no?

Quedé tan fascinada con el libro que me puse a investigar en internet y di con otras fuentes bien interesantes. Les mencionaré algunas de ellas porque realmente las recomiendo: los videos de Youtube de Matt D’Avella quien también tiene un Podcast llamado The Ground Up Show, en donde toca temas muy interesantes sobre productividad, hábitos y la vida moderna en general… Y gracias a él descubrí el documental «The Minimalists» (que está en Netflix) y que se basa en el libro escrito por Joshua Fields Millburn… Y así se me abrió una puerta a todo este mundo que, más que Minimalismo, debería llamarse más bien Esencialismo. Y desde entonces he seguido investigando y aprendiendo más al respecto. Así podría seguir mencionándoles gente como Ryder Carroll que escribió «The Bullet Journal Method» (sobre el cuál hice un post que puedes leer aquí), o el canal de Youtube de Muchelleb que también se dedica a hablar sobre cómo vivir una vida con Intensión.

Digo que es curioso porque en realidad yo no busqué meterme en esto, simplemente se me vino encima y si bien nada de lo que leía o escuchaba era como algo completamente nuevo (sonaba bastante lógico), sí fue como una revelación el haber reconocido que todo aquello de lo que se hablaba era justamente lo que necesitaba.

Hace exactamente un año atrás yo me encontraba en una posición muy cómoda. Tenía una todo lo que se supone que debería tener: trabajo, estabilidad económica, relaciones afectivas, etc. Y sin embargo no estaba del todo contenta. Me sentía estancada y sin un norte claro. Pero tampoco era tan así… Creo que en el fondo de mi ser sí sabía qué era lo que quería (tal vez no como algo en específico, pero sí tenía una idea más o menos de por dónde iba) o al menos sabía qué cosas no era las que quería. Y finalmente en el transcurso de lo que fue el segundo semestre de ese año fui dando los pasos que necesitaba para salir de esa sensación de inmovilidad. Tomé valor y no fue fácil, arriesgué muchas cosas… Pero empecé a sentir que me movía nuevamente… Y eso echó a andar la bolita de nieve. Una cosa fue llevando a la otra hasta que me sentía como un tren de alta velocidad, decidida, determinada, empoderada… ¡Al fin estaba tomando las riendas de mi destino! ¿Y no me doy de frente con esta Pandemia a nivel global, con cuarentena y demases… ?

Muy probablemente (y me imagino que esto es lo que les pudo haber pasado a varios) de no haber estado preparada mentalmente esto me habría golpeado mucho más fuerte de lo que lo hizo (porque sí, afrontémoslo, me afectó igual y francamente no conozco a nadie que esto no le haya afectado de una forma u otra). Pero creo que parte de lo que me tuvo mejor preparada psicoemocionalmente fueron estas lecturas y cosas que venía escuchando desde principio de año. ¡Quién lo hubiese dicho! Ni que hubiese sabido lo que iba a pasar…

Bueno, bueno, entonces… ¿De qué va todo esto que digo yo que me dejó tan bien preparada? Esto del Esencialismo… (que a todo esto todavía no soy ningún tipo de Gurú, recién lo vengo descubriendo y creo que todavía estoy en un proceso…) El Esencialismo se refiere a la capacidad que todos tenemos de vivir una vida con intención. Estar en el Presente, en el aquí y en el ahora (esto me sirve muchísimo porque yo tiendo a sufrir verdaderas crisis de ansiedad). Ser conscientes de lo que hacemos y el por qué lo hacemos. Cuando tenemos metas definidas es más fácil elaborar un plan, una estructura que nos permita alcanzarlas, lo que conlleva a obtener una sensación de logro. Además nos permite evaluar nuestros procesos y ver qué cosas funcionan y cuáles no y por qué; así como actuar consecuentemente con aquellos resultados.

No se debe entender el minimalismo como el tener «pocas cosas» (como les decía, yo estoy todavía lejos de lograr algo así), pero sí de tener sólo las cosas que nos hacen sentido. Y esto hay que llevarlo a un plano no solamente material, sino que en todo ámbito. ¿Hay algo que estás haciendo ahora en tu vida que no te hace feliz? ¿Lo necesitas? ¿No? Entonces… ¿Por qué sigues con eso?

Yo, en lo personal, soy alguien muy entusiasta y muy curiosa que encuentra todo muy interesante y sería feliz haciéndolo todo, leyéndolo todo, escuchándolo todo, aprendiéndolo todo… Pero obviamente no me da. No tengo el tiempo, ni la energía. Y quizás uno de mis problemas es que soy muy dispersa y me cuesta enfocarme. En estos meses esto del Esencialismo me ha ido ayudando a aprender a decir «No.» No puedo con todo y no tengo por qué. Algunos No son definitivos porque no aportan nada en mi vida, otros sólo han sido pospuestos al priorizar aquellas cosas que me son importantes. Esto va desde las actividades que necesito hacer en mi día a día, las cosas que necesito que comprar, la gente con la que elijo rodearme o los objetivos que me planteo para mi vida a largo plazo. Y es que todo esto va de la mano… En vez de pensar en todo lo que podría hacer o en todo lo que debería hacer… Quizás podríamos detenernos a pensar en ¿Qué tipo de persona quiero ser? ¿Qué me hace feliz? ¿Qué me aporta? ¿Y qué no? Y ¿Qué tengo que hacer para convertirme en esa persona?

Sinceramente yo creo que esta detención a nivel mundial debido al Covid-19 fue una gran señal de alerta para que nos diéramos de frente con todos los grandes problemas de nuestra sociedad. Pero así como puede ser una catástrofe tiene todo el potencial de ser una gran oportunidad también. En mi caso yo lo tomé como un tiempo de pausa. De detenerse. De respirar. ¡Que irónico que se trate de una enfermedad respiratoria! Cuando estamos hasta el cuello con la contaminación y el efecto invernadero; cuando nos sentimos asfixiados por el estrés del día a día en un mundo que nunca se detiene y que cada día exige y exige más. Al fin se nos ha dado un respiro. Ahora bien, claro que el mundo continúa, se sigue trabajando… Y para muchos de nosotros adaptarnos a estas nuevas condiciones ha sido de lo más estresante. Pero aún así y todo… Quiero aprovechar esta oportunidad, porque quizás nunca más vuelva a tener tanto tiempo como he tenido ahora.

Ahora bien, ojo, porque… también nos podemos ir para el otro extremo. Alguien dijo por ahí que si ahora que estábamos en cuarentena no hacíamos aquello que siempre habíamos dicho que haríamos cuando por fin tuviéramos tiempo, era porque sencillamente ya nunca lo haríamos. Que en realidad lo que nos faltaba no era tiempo, sino ganas. Y… Bueno es que ahí hay que entrar a desglosar esta frase también. Por un lado esta idea de que ahora tienes que hacer todo… Es demasiado exigente y puede crearte más angustia al auto-imponerte el tener que ser productivo/a.

Justo el día de ayer escuché la conferencia de una amiga que es Doctora en Psicología y estaba dando una charla sobre el Desafío que es para las Mujeres el conciliar el trabajo con la familia en tiempos de confinamiento. Y una de las cosas que dijo que más rescato es esto que tiende a pasar con la imagen de la «Multimujer,» la mujer que «hace magia» y logra ser demasiado productiva, logra hacerlo todo, pero generalmente a un coste muy grande. La imagen de la Malabarista, pero que en realidad tiene muy poco o nada de apoyo. Es vulnerable, está al borde de la caída, y en cualquier momento sufre un burnout o simplemente se insensibiliza. No dejemos que, porque ahora «tenemos tiempo» (algo muy debatible en todo caso), nos encarguemos de llenarlo de más cosas, de más metas, de más expectativas. Muchas veces los grandes estreses de nuestras vidas nos los autoimponemos nosotros mismos. Somos nuestros jueces más críticos.

Siendo estudiante de Pedagogía recuerdo que una profesora nos enseñó la diferencia entre el ser Eficaz y el ser Eficiente. Ser eficiente es saber optimizar los recursos para lograr algo sin malgastarlos. Ser eficaz es que ese logro realmente cumple su objetivo. Generalmente nosotros nos enfocamos en ser eficientes, pero rara vez somos eficaces.

En el Método Bullet Journal se habla mucho de eso. Hacer más no es mejor. De hecho deberíamos aspirar a hacer menos cosas. Pero que esas cosas realmente sean las que cuenten.

Marie Kondo dice que no podrás ordenar tus pertenencias hasta que no hayas tirado todo aquello que no te hace feliz. Sólo cuando te hayas desecho de todo aquello que no despierta felicidad en tu vida podrás disfrutar realmente de tus pertenencias, reconocerte en ellas y hasta descubrir qué es lo que realmente te apasiona.

En The Minimalist no hablan de tener menos cosas porque sí, hablan de vivir una vida intencionada en donde cada posesión, cada decisión en tu vida, cada objetivo, tenga un sentido para tí.

Y el secreto para lograr todo esto está… en conocerte. ¿Qué es lo que te hace feliz? ¿Qué es lo que entiendes por felicidad? Ya sabes, esas preguntas complicadas que tendemos a evitar porque son demasiado filosóficas y te da lata pensar porque es tarde y tienes otras cosas que hacer. Bueno, ha llegado el momento de enfrentarlas. Conócete a tí mismo. Sólo cuando lo hagas podrás empezar a planear todo lo demás. Sólo cuando tengas eso claro, lo demás cobrará sentido también.

Yo digo que esto me ha servido porque a pesar de que las condiciones externas han cambiado debido a la cuarentena, creo que he sabido aprovechar este tiempo en conocerme, descubrirme e ir poniendo en orden mis asuntos. Respetar mis tiempos, escuchar a mi cuerpo. Aceptar cuando está de ánimo y cuando no. Vivir el día a día. Aprovechar de estar con mi familia. Tratando de ser, hoy, la persona que quiero ser, a pesar de todo. Y quizás lo más importante es que al organizar mis metas he podido ir trabajando en los pequeños pasos que necesito para lograrlas. En lo que sea que pueda hacer, ahora, para avanzar en aquella dirección. Cada día un pequeño paso. Y eso me ha servido para sentir que a pesar de estar recluida, no estoy estancada. Veo una dirección de avance.

No por nada este año me tocará vivir dos Imbolc, jaja… La celebración pagana que cae entre el Solsticio de Invierno y el Equinoccio de Primavera, es el tiempo en que las semillas están todavía bajo tierra, pero ya comienzan a brotar. Es decir, todavía no puedes ver la flor, pero sabes que está echando raíces. Sabes que el invierno no puede durar para siempre…

Lo mismo pasa con nosotros. Este tiempo de cuarentena ha sido un tiempo de resguardarse. Quizás no es un tiempo de hacer más cosas, puede ser un tiempo para decir «No.» Pero tampoco es un tiempo de inacción. Es tiempo de introspección y de echar raíces. Como el bambú que durante los primeros 7 años no crece nada y luego se pega el estirón… Nosotros también necesitamos echar raíces. Y ningún árbol grande puede crecer sin raíces firmes.

Conocernos a nosotros mismos es la raíz principal (si es que no la semilla) a partir de la cual se engendra todo lo demás. Decir que no a lo que no necesitamos es como una poda, nos permite ahorrar energía y canalizarla hacia aquello que sí queremos.

Así que queridos míos, conózcanse, invítense una taza de té o de café y tengan una linda conversa. Escúchense, siéntanse. Reconozcan el cómo se sienten y cómo viven en el ahora. Y verán que todo lo demás se irá dando mucho más fácil. Y no importa en qué momento de tu vida estés o en qué estado estés, siempre es un buen momento para hacerlo.

«Cuando no se puede salir hacia afuera, sólo queda ir hacia adentro.»

En fin. Les quise compartir esta no-tan-pequeña reflexión por si acaso a alguien le podía ser de alguna ayuda. Demás está decir que esta es mi experiencia personal, pero… ¡Hey! Siento que las buenas ideas deben compartirse. Por lo mismo les recomiendo a todos los autores mencionados. He encontrado cosas muy interesantes en ellos. De momento, yo seguiré mi búsqueda. Esta es la Yo del hoy, quién sabe qué es lo que nos depara el futuro…

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: