
«La naturaleza encierra a otras especies dentro de unas leyes por mí establecidas. Pero tú, a quien nada limita, por tu propio arbitrio, entre cuyas manos yo te he entregado, te defines a ti mismo. Te coloqué en medio del mundo para que pudieras contemplar mejor lo que el mundo contiene. No te he hecho ni celeste, ni terrestre, ni mortal, ni inmortal, a fin de que tú mismo, libremente, a la manera de un buen pintor o un hábil escultor, remates tu propia forma.»
Giovanni Pico Della Mirandola
¡Hola! Sé que he estado bastante desaparecida. Como les contaba en mi último post, he pasado por una serie de «etapas» en esta cuarentena… Y últimamente estas etapas me tuvieron un poco alejada del Blog. Estuve muy ocupada atendiendo el jardín y la huerta, que dan mucho trabajo en primavera y también haciendo arreglos en la casa, entre otras cosas… Todo eso hizo que escribir aquí no fuera prioridad por el momento, pero pensándolo bien… Creo que es mejor así. Al empezar este blog la idea era ir publicando al menos una entrada por semana, pero la verdad es que ¿quién me manda a presionarme así? De verdad siento que es mejor que esto vaya fluyendo con naturalidad y así puedo disfrutarlo en vez de estresarme…
Es complejo ese tema, el de las expectativas. Muchas veces acarreamos una tremenda carga psicológica, pero lo cierto es que cuando nos ponemos a desmenuzarla, es poco lo que tiene de concreto. Yo diría que en un alto porcentaje nuestros «deberes» y «estándares» son impuestos por nosotros mismos. Y al no poder cumplir con ellos, finalmente somos también nuestros propios jueces y los más crueles verdugos.
Ahora, eso no significa no autoexigirse. Hay veces en que la palabra «ambición» es como mal vista. Ojo, ser ambicioso no es ser avaro. No debería implicar pasar por sobre los demás o el no saber valorar lo que uno ya posee. Pero está bien tener sueños, pensar fuera de la caja y preguntarse qué puede haber más allá de los límites. Y que no baste sólo con soñar, sino que tener la valentía de luchar por ellos y perseguirlos.
¡Ay! ¡Qué difícil! El sagrado equilibrio… ¿Desear mucho? ¿Desear demasiado poco? Personalmente creo que aparte del cliché de «lo importante está en mantener equiparada la balanza» la respuesta está en el hacer y la actitud con la que se enfrentan los desafíos.
Los que no ambicionan nada, los que se quedan en su zona de confort, los que sólo sueñan pero no se atreven actuar y los paraliza el miedo… Todos ellos no hacen. No ponen en práctica. Si lo hicieran echarían a andar la bolita. Darían ese primer empujón que se necesita para activar toda la maquinaria. Se darían cuenta de que se hace camino al andar. Cuando uno comienza a hacer cosas se da cuenta de que no es tan terrible como parece (y se los digo yo, que sufro de ansiedad). Que por muy perdido que uno está, a medida que va avanzando la niebla se va despejando y el camino empieza a aparecer por sí sólo. Sin darte cuenta estarás pensando en el siguiente paso y el siguiente… Hasta que terminas ambicionando el recorrido entero… Súbitamente sabrás a dónde quieres llegar.

¿Qué pasa entonces con los que sueñan demasiado alto? Les daría la misma recomendación: Hagan. Al poner en práctica se darán cuenta de que no puedes correr la maratón sin antes aprender a caminar, a trotar y luego a correr. A los que tienen demasiada prisa les diría que se detengan a oler las flores, disfruten del paisaje. No hay apuro. Si sólo piensas en la meta final pasarás por alto todas las atracciones y caminos alternativos. De pronto descubres que prefieres cambiar de ruta. Pero eso no lo sabrás si no lo pones en práctica. La vida no es ir por ahí como caballo de batalla con los ojos vendados y tirándose a la carga.

Les cuento esto porque para mí este año me ha hecho sentir como una trucha. A veces me entusiasmo y quiero ir así, demasiado rápido. Tiro y tiro con todas mis fuerzas… Y entonces la vida se encarga de recordarme que debo flotar un poco más… Deja ceder el hilo… Pero entonces me vienen mis bajones y es cuando comienzo a hundirme. Ya no tengo ganas de nadar… Y es ahí cuando la vida tiene que tirar del hilo y hacerme dar saltitos hasta que recupero la consciencia.
El hacer me mantiene ocupada, me hace sentir que avanzo cuando estoy ansiosa y me permite no pensar cuando estoy depre. Me permite crear y expresarme cuando siento demasiado. Me permite encontrar mi propósito cuando me siento perdida. Me permite disfrutar de los detalles cuándo voy demasiado rápido.

¿Cómo se hace entonces para hacer? Pues… empezando. Elige algo, ¡lo que quieras! ¿Qué te gusta? ¿Leer, escribir, dibujar, bailar, pintar, jardinerear? ¿Algún deporte, un instrumento, los animales? ¡No importa! ¿Eres bueno en ello o no? Eso no viene al caso. Te pregunté qué te gusta, no en qué eres bueno. Si recién vas a comenzar algo por supuesto que no serás bueno en ello. Pero eso no importa. Dale tiempo. Si no te atreves, es porque estás soñando muy poco. Si crees que no eres bueno, es porque estás ambicionando demasiado al compararte con otros. Este es tu camino, no el de ellos. No hace falta ser bueno en algo para disfrutarlo.
¿No sabes lo que te gusta? Pues elige cualquier cosa al azar. Tarde o temprano descubrirás qué te gusta. Generalmente aquello que ocupa más tus pensamientos pero niegas constantemente es la realidad que no quieres ver. Si estás frente al PC todo el día pero sueñas con salir de excursión… Ahí está. Al descubrir qué odias y qué no te gusta de a poco irá apareciendo lo que sí amas.
Si hay algo que he aprendido de mi corta vida es que el ser humano tiene la maravillosa capacidad de aprender. De verdad. Hoy en día puedes aprender cualquier cosa. Métete a YouTube. Busca un curso en Doméstika o Udemy. Pregúntale a tu amigo/vecino/abuelita. Revisa las actividades de la Muni.. Sólo abre Google. Atrévete a preguntar y a pedir ayuda. Uno puede aprender cualquier cosa, sólo necesita tiempo y dedicación. Si realmente te apasiona algo no debería de ser problema. Aunque sean 10 minutos diarios o unas horas a la semana… Paciencia, disfruta el recorrido.

¿Y si nunca llegarás a ser como los «pros»? ¿Y qué importa? ¿Tienes que ser como ellos para disfrutarlo? ¡No! ¡Aparte que la idea no es ser sólo una copia de otra persona, tú puedes hacer las cosas a tu pinta!
Eso sin mencionar que hoy en día esta metida esa idea de que si «eres bueno en algo» entonces puedes comercializarlo… tener tu propia micro empresa… y ¡hasta vivir de ello! Espérate wey… O sea, sí, se puede.. Y es bkn que tu trabajo sea algo que ames. Está muy bien. Pero eso también es harto trabajo. Si eso no es lo que quieres, también está bien. Un hobby puede ser justamente eso, un hobby. No tienes por qué ser necesariamente bueno, y tener que dedicarte a vivir de eso. No debiese ser que hasta tu tiempo libre y de relajación deba capitalizarse.
Les cuento todo esto porque este año ha sido maravilloso para mí en términos de poder dedicarme a todo lo que me gusta, todos mis proyectos pendientes (que créanme que son varios) y muchas de las cosas que he estado haciendo las he ido compartiendo en mis redes sociales. Frente a esto la gente ha respondido de forma bastante impresionante. A todos les asombra que haya estado haciendo tanta cosa y me miran como si fuera extraterrestre jajaja Otros muy amorosamente me han dicho que he sido una especie de inspiración, lo cual me halaga en extremo pero también me hace sentir extraña jejeje… No me considero un ejemplo para nadie jejeje Simplemente me he dedicado a vivir la vida que siempre he soñado para mí (o al menos eso intento). Me imagino que cada uno debe tener su propia versión de ese sueño.

Hace tiempo empecé a ver en redes sociales como Instagram que había gente que estaba viviendo la vida que yo siempre soñé. Ahora, ojo, cada una tiene su respectiva realidad y yo tengo clarísimo que lo que se muestra en redes sociales es sólo un aspecto, la punta del iceberg de todo un mundo que muchas veces desconocemos. El tema es que simplemente me puse a pensar: bueno, ¿qué es lo que quiero? Y de eso ¿qué puedo hacer? ¿por dónde puedo partir? De a poco… disfrutando el viaje… Quería flores, compré bulbos y me puse a buscar cómo cuidarlos. Quería tener mi casa linda, encontré un tarro de pintura y pinté la pared. Tenía cuadros que colgar fui y le pregunté a mi madre como usar el taladro… Y así… De a poco… Cuando quise aprender a tocar arpa me puse a investigar, fue casi un año de investigar sobre el mundo del arpa hasta elegir cuál era la que quería y dentro de esas cuál podía permitirme. Luego vino el conseguirme una profesora de arpa y después un profesor de teoría musical. Todavía estoy aprendiendo y me queda un laaaaargo camino por recorrer. Pero lo importante es empezar. Y con internet, sobre todo, las cosas se facilitan muchísimo.
Por eso te digo: Sé ambicioso. Atrévete a soñar en grande. Persigue tus sueños. Pero no seas demasiado duro contigo mismo. Disfruta del proceso. Puedes aprender. Sí, se puede.

Un comentario en “Sobre el «hacer»”