
«Pensamos que debemos cambiar los resultados pero los resultados no son el problema. Lo que realmente necesitamos cambiar son los sistemas que nos llevan a tener esos resultados.»
«Hábitos Atómicos» – James Clear
Hace un tiempo atrás una muy querida amiga mía llegó contándome sobre el último libro que había leído -«La Magia del Orden» de Marie Kondo- y cómo había cambiado su vida. Me llevó a su pieza y me mostró su closet casi vacío mientras me contaba las cantidades de bolsas de basura que había sacado repletas de cosas que ya no usaba. A mí, que vivo en una casa de acumuladoras, me costaba entender lo que trataba de explicarme mientras me mostraba nuevas formas de doblar la ropa y me hablaba de cómo «despedirse y agradecerle» a la ropa que ya no iba a usar por sus «servicios prestados.»
Reconozco que dentro de mí habita esa dicotomía. Por un lado me molesta ya tener tanta cosa. El no tener espacio (siendo que tengo muchísimo más espacio que una persona común) o que me cueste hacer aseo me estresan y realmente me angustian. Por otro lado me gustan mis cosas. Realmente me he esforzado en obtenerlas y hago uso de ellas. Soy una persona muy inquieta y creativa que se dedica a distintas actividades y por lo tanto todo se vuelve un posible material de trabajo. En todos lados veo una oportunidad. Pero también es cierto que hay cosas que sencillamente no voy a usar o que no son para mí, que no van conmigo o que pertenecen a una etapa que yo ya cerré. Es así que cabe preguntarse: ¿Qué es lo esencial para mí?
Hace un año atrás me encontré leyendo yo misma el libro de Marie Kondo (un besito para tí, Nessa, gracias por la recomendación) y entendí muchas cosas. Entendí por qué su sistema es tan especial y ha llegado a tanta gente. De partida porque su sistema no se enfoca en leyes del tipo «conserva sólo 10 objetos» o «compra nuevas cosas para guardar más cosas.» Por el contrario, es un libro que se enfoca en la psicología y en la emoción que nosotros, seres humanos, proyectamos hacia nuestro entorno y los objetos que nos rodean.

No puedo decir que haya logrado deshacerme de todas mis cosas (¡Uf! ¡Vaya que me queda trabajo para llegar a eso!), pero sí me hizo descender por un «agujero de conejo» hacia toda una corriente que (no sé si sea por los algoritmos de YouTube) pero siento que se está haciendo cada vez más y más potente entre las generaciones jóvenes. Es una mezcla de Esencialismo, Productividad, Vida Saludable y Sustentabilidad.
Personalmente siento que sumergirme en este ambiente ha traído consecuencias muy positivas dentro de mi día a día y es por eso que se me ocurrió escribir estas líneas, no porque yo sea una especie de gurú consolidada (para nada), sino que de mi experiencia puedo decir que introduciendo incluso las más mínimas modificaciones a nuestra rutina diaria podemos acercarnos hacia un estado de bienestar.
Se me ocurre que lo primero que debemos hacer es definir nuestro concepto de Felicidad. ¿Qué es para tí la felicidad? Porque asumo que cada uno de nosotros tendrá una idea muy distinta de qué es la felicidad. ¿Es una meta? ¿Es un estado transitorio? ¿Es la suma de momentos felices? ¿Es algo tangible? Me he topado con distintas apreciaciones sobre la felicidad. Yuval Noah Harari hace unas reflexiones muy interesantes sobre la felicidad en su libro «Sapiens: de animales a dioses» en dónde se cuestiona si una persona del presente podría ser en efecto «más feliz» que una del pasado. Incluye aspectos sobre salud física y mental, sentido de pertenencia, propósito en la vida, construcciones sociales, valoración del individuo, formas de relacionarse con la comunidad, necesidades básicas cubiertas, situaciones traumáticas, etc. También Meik Wiking autor de «The Little Book of Hygge» habla justamente de los resultados de sus investigaciones en el Instituto para la Búsqueda de la Felicidad de Copenhagen, lo cuál nos puede dar una visión más cotidiana de lo que puede ser la Felicidad. Pero es importante, creo yo, tener esta definición (aunque borrosa) de lo que es la felicidad porque en el fondo todos nosotros nos veremos movidos, en una u otra dirección, por esta idea. ¿Qué es lo mejor, para otros (que me importen) y para mí? ¿Qué es lo correcto? ¿Qué es lo que nos hará felices en última instancia?

En segundo lugar, una vez que tengamos clara nuestra idea de felicidad, es que seamos capaces de distinguir lo esencial de lo que no lo es. Como me sucedía a mí con la ropa y las cosas. Lo mismo que hace Marie Kondo. Algunos lo llaman Minimalismo, como en el caso del documental «Los Minimalistas» de Joshua Fields Millburn y Ryan Nicodemus, dirigido por Matt D’ Avella que además tiene este Podcast «The Ground Up Show.» Pero a mí me gusta más el término «Esencialismo.» ¿Qué es realmente importante para ti? ¿Lo esencial? Lo que he aprendido hasta ahora es que en realidad tenemos una serie de recursos limitados (y no hablo de dinero), hablo de: tiempo, energía y atención. La idea, es enfocar estos tres elementos: Tiempo, Energía y Atención, en aquello que realmente es importante para ti. No puedes crear más tiempo. Lo que puedes hacer es rechazar más actividades, que consuman tu tiempo y te alejen de aquello en lo que realmente quieres enfocarte. Cómo Ryder Carroll nos explica en «El Método Bullet Journal» a partir de lo que entendemos por felicidad vamos a poder definir metas. Y sólo cuando tengamos metas claras podemos definir planes. Pero no olvidemos que lo que es esencial para unos será muy distinto para otros. Por eso digo que debe ser un proceso individual y reflexivo.

Una vez que tengas claras tus metas será más fácil ideal una planificación que te permita acercarte a ellas. Para mi «el Método Bullet Journal» fue clave para definir un sistema que me permitiera ordenar mis ideas, dividir mis tareas, poder producir un seguimiento y una evaluación de mis procesos, etc. Sin embargo, reconozco que así como ese existen muchos otros. Lo importante es investigar, probar y ver qué es lo que más te funciona. Pero es importante tener un Sistema. Por ejemplo el método Kaizen (el «Buen Cambio») lo que plantea es que la perfección no existe, lo que existe es la mejora continua. Y que en vez de tratar de abarcar demasiado, podemos enfocarnos en ser cada día un 1% mejor. Dirigir nuestra atención hacia cada pequeño detalle que sí podemos mejorar y que a la larga significarán una tremenda mejora. Este sistema también invita a la auto-evaluación, de modo que los aspectos que significaron mejoras sean repetidos y perpetuados, mientras que aquellos que no funcionaron sean modificados. Tal y como funciona nuestro cerebro que está constantemente absorbiendo información y en base a nuestra experiencia replicará las conductas que nos hagan sentir recompensados y en cambio, reprimirá aquellas que nos traigan «castigos.»

Reconocer nuestros Hábitos. En ese sentido hago hincapié en lo que dice James Clear en su libro «Hábitos Atómicos» sobre la importancia de aquellas acciones cotidianas que en sí no tienen una carga positiva o negativa, pero terminaremos por considerarlos «buenos» o «malos» hábitos en la medida en que nos acerquen o nos alejen de nuestras metas. Por eso lo primero es tomar consciencia sobre cuáles son aquellas acciones que realizamos todos los días y finalmente etiquetarlas como buenos hábitos o malos hábitos de modo que sepamos dónde tenemos que trabajar. ¿Cómo podemos hacerlo para repetir los hábitos beneficiosos para nuestras metas y en cambio modificar nuestras conductas dañinas? La buena noticia es que un hábito cuando ya ha sido totalmente incorporado a nuestra rutina es algo que hacemos de forma inconsciente, por lo que el esfuerzo que se requiere para llevar una vida con hábitos beneficiosos en realidad es algo que sucede sólo al comienzo. Lo difícil es programarnos, cambiar el chip, pero una vez que ya se ha echado a andar la máquina y se ha acostumbrado, la bolita sigue corriendo por sí sola. Parte por uno a la vez y luego puedes ir incorporando nuevas modificaciones, de este modo será menos difícil «renunciar.» Clear realiza un análisis sobre el por qué hacemos lo que hacemos, basado en distintas áreas de las ciencias como en distintas experiencias y a partir de ello propone un sistema para identificar hábitos y modificarlos según conveniencia. En ese sentido es un libro muy interesante y lo recomiendo, además de estar escrito en un lenguaje bastante accesible.

Siento que en el fondo ninguno de estos autores vienen a revelarnos algo que nosotros no supiéramos ya en el interior, pero a veces hace falta que se nos hable así de directo y con un hilo conductor tan ordenado. No son libros de autoayuda. Algunos de estos conceptos incluso son aplicados por ingenieros comerciales en procesos industriales. Pero creo que cuando se trata de aplicar cambios en nuestra vida para hacernos sentir que podemos retomar el control y re-dirigirla hacia eso que nos hace felices… ¿qué tenemos para perder? A veces pensamos que para cambiar nuestras vidas necesitamos algo grande: una mudanza, cambiar de empleo, cambiar de pareja, etc. Y es cierto que esos son cambios significativos y que a veces son necesarios, pero la mayoría de las veces tenemos las herramientas para introducir pequeñas modificaciones en nuestro día a día. A continuación propongo una serie de ideas, que en base a mí experiencia personal me han servido:
–Preocuparte de cuidar tu cuerpo: Somos máquinas. Si la máquina no está bien difícilmente lo estará lo demás. Desde cosas pequeñas como tomar más agua (he usado aplicaciones para ello) o la cantidad de horas de sueño (uso reguladores que me silencian los aparatos electrónicos y una alarma me indica cuando debo prepararme para dormir) o introducir una rutina de cuidado (skincare, tratamiento capilar, manicure, etc. todo lo que te haga sentir bien y regaloneado(a) . Si quieres comer mejor o hacer más actividad física también es bueno que investigues y te asesores por profesionales capacitados. Lo importante aquí es estar sano y sentirse bien. Es increíble lo que tener tus vitaminas y minerales balanceados le hace a tu productividad.

–Consciencia de tu sanidad mental: ¿Cuántas veces te preocupas de escucharte a ti mismo? ¿Te has dado algún tiempo para pensar? ¿Para sentir? ¿Para descansar? Es importante tener tiempo para ti, para reflexionar, para evaluar. Desde llevar un diario, practicar meditación o tener una persona de confianza con la cual poder conversar. Hacer que lo terrible no lo sea tanto, encontrar soluciones a los problemas (que todos los tenemos) o sencillamente valorar lo bueno. Si vez que pasas por una situación en particular y que te sientes sobrepasado(a) tal vez no sería mala idea pedir ayuda a algún especialista. No hay nada malo con eso. Incluso si tenemos que probar varias veces hasta dar con la solución adecuada. Además, para llegar a la conclusión de que tenemos que alejarnos de aquello que nos hace daño también necesitamos pasar primero por una etapa de reflexión que nos permita tomar esas decisiones. Reconoce y respeta también tu propia espiritualidad, ya sea que creas en algo o no. Identifica cuáles son tus valores. Cuáles son las líneas por las cuales quieres llevar tu existencia. Desarrolla tu inteligencia emocional.

-Educación: No sé por qué nos han hecho asociar la educación con «el colegio» o «la universidad» o «el instituto» o «el curso.» La verdad es que el ser humano está constantemente aprendiendo desde que nace y no se detendrá hasta que dejemos de funcionar. Por lo tanto toda instancia que implique un aprendizaje es valioso y nos enriquece. Nunca desperdiciemos una oportunidad para aprender, para educarnos y para crecer. Ya sea escuchar una charla, tomar un curso, leer un libro, conversar con alguien con ideas diferentes a las tuyas, etc. Disfrutemos de los procesos de aprendizaje. Aceptemos que somos seres que continuamente estamos evolucionando, es decir: cambiamos, nos adaptamos a los cambios. Es totalmente viable que nuestras opiniones vayan cambiando a lo largo de nuestra vida, porque no siempre seremos los mismos. Aprende nuevas habilidades, desarrolla competencias y te volverás siempre la mejor versión de ti mismo. Eres un ser que está en constante desarrollo y el proceso puede ser también entretenido. Puedes leer más sobre esto en mi post anterior «Aprender a aprender.»

–Ritmos: Así como reconoces tus metas, también sé consciente de tus ritmos. No eres una máquina. Hoy en día se habla mucho de productividad, porque tendemos a hacer mucho. Queremos hacer demasiado. Pero tampoco es malo hacer menos. Si vas a tener una tarde de descanso no te sientas mal. Disfruta tu descanso. Una colega muy querida, de música, me explicó una vez que las personas tienen distintos ritmos, incluso a nivel de pulsaciones. Cualquier enfermera les podrá corroborar esto. Hay personas que por naturaleza son más aceleradas y hay quienes prefieren un ritmo más lento. Está bien. Ambas están bien, pues conllevan distintos beneficios y distintos desafíos. Lo importante es que no te juzgues y no intentes imponerte metas que finalmente no vayan contigo. Una cosa es lo que la sociedad espera de ti, pero también los hay quienes llevan su propio camino (nunca estarás solo si eso es lo que te preocupa). No podemos crear tiempo, sólo administrarlo. Y así como a veces buscamos tener el control también habrá ocasiones en que tenemos que saber dejarlo ir. Parte de la vida, también es saber soltar.

–Consciencia del entorno: Entender que compartimos el mundo con otros seres es clave. Por más hermitaños que podamos sentirnos, tenemos que entender que estamos rodeados de otros seres y eso significa encontrar vías en las que podamos relacionarnos con ellos. Ya sea comunicación (diálogo, respeto, tolerancia, empatía, política, inteligencia emocional, etc.) a otro tipo de decisiones (religiosas, medioambientales, etc). Tenemos que encontrar un sistema que nos permita co-existir de forma armoniosa. Desde lo familiar, lo laboral, las amistades… hasta a nivel político e internacional. Somos seres gregarios y lo más probable es que no coincidamos en muchas ocasiones. Aún así tenemos que encontrar sistemas que nos permitan coexistir. Y recuerda: tú puedes hacerte cargo de cómo te expresas y cómo decides reaccionar frente a lo que te suceda. Y hasta ahí llegan tus atribuciones, porque todo lo demás, ya no depende de tí. Ni siquiera lo que sientas.

Hasta ahí lo que se me ocurre hasta el momento. Espero que sea de ayuda para algunos de ustedes, al menos para mí sí lo ha sido y es por eso que he querido compartirles mi experiencia. Esto no significa que ya tenga toda mi vida solucionada (¡Ja! ¡Ni de broma!), pero siento que son las cosas que sí deberían enseñarse, conversarse. Si logramos ser personas más felices, quizás el mundo fuera un lugar mejor. Pero tal vez la felicidad no es algo que se busca, quizás es algo que se crea, que se construye, cada día un poquito.
¡Qué tengan un gran día! ❤
