Artista, ¿yo?

Yo haciendo de Pierrot para La Commedia Dell’ Arte
Clase de Teatro de la Universidad

¡Uy! Hay gente que tiene esto clarísimo, ¡pues que envidia! Porque hubo un tiempo en que para mí esto fue un temazo… ¿Seré yo, pues, una artista?

“Con todo mérito, mas poéticamente, habita el hombre en esta tierra”

Hölderlin

En la universidad recuerdo que tenía algunos compañeros que se la pasaban quejando porque, según ellos, ya eran artistas y no les servía lo que los profesores les estaban pasando. «¿Para qué necesito eso yo?» – Se decían. Y eso como que me causaba un poco de molestia porque sino estás dispuesto a que te enseñen entonces, ¿qué estás haciendo aquí? ¡Nadie te obliga! Y, pues la verdad, no creo que haya aprendizaje que no sea conveniente… (No me detendré mucho aquí a hablar de la universidad, que ese es otro tema).

Pero la verdad, creo que una parte de mí debe confesar que envidiaba esa autoestima de aquellos compañeros. Para algunos, como yo, es realmente difícil aceptar esa etiqueta. ¿Con qué cara me atrevía yo a colocar «Artista» dentro de la descripción de mi perfil? ¿Cuántas exposiciones he hecho? ¿Dónde he publicado mis trabajos? ¿Quién me conoce? Y más encima abro cualquier red social y veo a tipos que son veinte mil veces mejores que yo, con más experiencia o mucho más talento. ¿No sería acaso muy atrevido de mi parte autodenominarme artista?

Yo y mi copia de Hermes para la clase de escultura en la universidad.

Con el tiempo logré darme cuenta de que en efecto Sí soy a todas luces una artista, pero no por mi currículum, no por ser profesora de arte o por haber estudiado arte… Sino porque al revisar toda la historia de mi vida me di cuenta de que en efecto yo siempre había sido así, siempre había vivido de forma artística. No quiero caer en el típico cliché de «Artista se nace, no se hace.» Mentira, uno puede volverse lo que sea cuando quiera. Los seres humanos tenemos esa maravillosa habilidad para aprender, descubrir e incluso mutar. Pero debo decir que, al menos en mi caso, sin darme cuenta, yo siempre había estado vinculada, de un modo u otro, con el arte:

Yo interpretando a La Madre en Bodas de Sangre de Federico García Lorca en una obra del colegio

Desde pequeña hacía dibujos en el Kinder que mi mamá guardaba en una carpeta. Simplemente me encantaba dibujar. Después me volví fan del Anime y quería dibujar al estilo Manga, ahí fue cuando me lo empecé a tomar más en serio. Pero también me disfrazaba (¡uf, desde siempre!), hice teatro, tomé clases de piano, de flauta traversa, de arpa, canté en el coro, cantaba en la ducha, tomé clases de cocina, de tatuaje, de danza árabe, comencé con la danza irlandesa… ¡Hasta algunas pinceladas le he dado a artes marciales como el Kendo y la HEMA! Y eso sin mencionar que he incursionado en todas las formas de manualidades habidas y por haber… Punto cruz, tejido a palillos y a crochet, telar, tarjetas, pintura decorativa como el bauern, trabajo con decoupage, mosaico, fieltro, bisutería, costura, lettering y caligrafía, etc. Y así la lista suma y sigue. Con el tiempo incluso empecé a incursionar en la recreación histórica y entre medio debo haber hecho uno que otro cosplay…También escribía… gané una vez un concurso interescolar de poesía y en otros de cuentos también me ha ido bien. Algunos poemas los he publicado en revistas de colectivos artísticos… Pero eso no es todo… Si pudiera mostrarles cómo decoraba las galletas para navidad… cómo eran mis fiestas de Halloween, donde no sólo decoraba toda la casa, sino que hasta inventábamos juegos de roles…

Yo intentando tejer con tabletas

En resumen (porque la idea no es mostrarles todo mi CV), es que un día sencillamente me di cuenta de que el Arte formaba parte de mí sea por donde fuera que lo viera. Y tal vez lo más importante sea que… ¡En realidad no importaba si era buena en ello o no!

Una parte de mí siempre ha tenido miedo a hacer tanta cosa que finalmente no sea buena en nada. Pero el lado positivo es que he podido tener una visión más integrada de las cosas.

Como sociedad tendemos a darle demasiada importancia al éxito, a los logros, a lo demostrativo. No digo que no sean importantes, pero no debemos olvidar los procesos. El disfrutar el viaje, no el destino. Yo no me considero artista porque sea reconocida. Yo me considero artista porque me conozco y sé que vivo de forma artística. ¡No podría hacerlo de otro modo!

Foto con el catálogo de la Expo de Yayoi Kusama en el Corp Artes de Santiago

Quizás uno de los puntos de inflexión que me ayudaron a visualizar esto fue una vez que con mi grupo de amigas de la universidad, con las cuáles intentamos armar un colectivo de arte, fuimos a ver una exposición de la artista Yayoi Kusama. En lo personal, a mí me marcó mucho ver como Yayoi tan decidida cruzó el mundo para ir de su natal Japón hasta Estados Unidos y convertirse en artista. Me intentaba imaginar a una joven Yayoi en los años ’60 llegando a la Gran Manzana mostrando sus «puntitos» y tratando de convencer al resto de que en efecto ella era una artista. Casi podía oírlos decir: «-¿Y usted qué hace?» Y me la imaginaba respondiendo muy seria. «-Puntitos.» Si ella pudo, ¿por qué yo no?

Eso no quita que por supuesto haya todo un tremendo trabajo de fondo. Quizás no sucedió como yo me lo imagino, pero una cosa es cierta: la confianza que Yayoi debe haber tenido en sí misma y en su trabajo.

Un profesor de la universidad intentó decírnoslo una vez: si nosotros mismos no cuidábamos nuestros trabajos y no los tratábamos como obras… si para nosotros sólo eran «nuestros monos», entonces, ¿cómo podíamos esperar que el resto las valorara como obras de arte también?

«Si deseas ser tomado en serio, debes partir por tomarte en serio a tí mismo.»

¡Cuánta razón! Me imagino que si alguien le hubiese preguntado a Leonardo da Vinci o a Miguel Ángel Buonarotti si es que acaso habían llegado ya hasta «ahí» donde los artistas se supone que deben llegar… Creo, realmente, que les hubiesen contestado que No. Estoy segura de que ellos sabrían que siempre pueden llegar más lejos y que finalmente uno se da cuenta, durante el proceso, que mientras más aprendes, más reconoces tu propia ignorancia. Si hubiesen vivido más tiempo, quizás habrían hecho cosas más maravillosas todavía.

Entonces ser artista no se trataría de llegar a ninguna parte. Tenemos esa idea porque estamos acostumbrados a los artistas de la televisión y del cine que deben de algún modo llegar a ese estrellato, quizás con algún proyecto en específico (una serie o una película). Pero no. El ser artista se trata de empezar. Atreverse a emprender una búsqueda, a reconocer que se está en un camino y que no sabes hacia dónde puedes llegar.

Yayoi era artista porque así lo decidió y en eso volcó su vida. Leonardo y Miguel Ángel eran artistas porque también dedicaron su tiempo a sus búsquedas personales. Y yo soy artista porque me di cuenta de que siempre he estado en ese camino… ¿Cuántos artistas habrá que nunca alcanzaron reconocimiento alguno y sus nombres quedaron olvidados por la historia? Pero eso no les quita lo que fueron.

¿Y tú? ¿Qué camino recorres tú?

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